lunes, 19 de marzo de 2012

¿Por qué Cuba no va a la Cumbre?


Era interno del Palacio de San Carlos, cuando hace ya cuatro años, me entregaron un papel mustio escrito en inglés que se titulaba “Partners For Prosperity” que debía traducir al español finalizando la tarde, porque era algo urgente. Traduje el texto y lo entregué al jefe de unidad, pues tenía reunión viceministerial. Meses después me enteré que ese borrador era una propuesta que había nacido en una reunión de revisión de Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, y sería el tema central de la próxima Cumbre, la cual Colombia sonaba como poderosa candidata para ser sede.

Hoy, a días de ser anfitriones de la VI Cumbre de las Américas en Cartagena, foro que congrega a todos los Jefes de Estado del hemisferio, es decir los mismos Estados Miembros de la OEA, nos preparamos para discutir y declarar sobre aquel papel ajado el tema central de la Cumbre: “Conectando Las Américas: Socios para la Prosperidad. En Cartagena se discutirán en sucinto dos cosas: integración física y cooperación regional, con el fin de alcanzar niveles de desarrollo y superar los desafíos del Hemisferio en varias áreas claves incluyendo pobreza y desigualdades, seguridad ciudadana, desastres y acceso y uso de tecnologías.

¿Más retórica multilateral? No es algo de lo que vengo hablar aquí. Como aportar al debate sobre la participación de Cuba en la Cumbre y el tropel subregional que se ha suscitado sobre tal. Algo que de entrada harta, pues la especulación mediática no le concede la mediana seriedad que la cumbre representa en sí. La Cumbre de las Américas es uno de los espacios multilaterales más organizados en la región. De allí nació la creación del área de libre comercio (ALCA) ¿se acuerdan?, luego pisoteada en Mar del Plata. Surgieron políticas para el combate al crimen transnacional, política antidroga, desarrollo sostenible, entre otras que están en marcha, pero que nadie reconoce.

Pero, ¿por qué Cuba no va a la Cumbre? Hay que hacer memoria, y procuraré no aburrirlos. Para 1962, en Punta del Este, la Asamblea de la OEA excluyó a Cuba de la organización. ¿La razón? Cuba adoptaba un modelo marxista-leninista y esto era incompatible con el Sistema Interamericano. 47 años después, en San Pedro Sula, Honduras, esa restricción se levantó, y los países aceptaron la inclusión de la isla al sistema, pero a renglón seguido declararon que su participación debía ser el resultado de un “proceso de diálogo” a solicitud de La Habana. Para esa época, escribía una pequeña nota editorial publicada en EL TIEMPO, sobre ese hito histórico, que también nadie reconoció.

De allí se desprenden dos verdades de Perogrullo: i) que Cuba hace parte de la OEA, por ende hace parte de la Cumbre de las Américas, ii) y que tome asiento o no en las asambleas o cumbres depende exclusivamente del gobierno cubano. Y a decir verdad, a Cuba no le interesa sentarse en la OEA, ni en la Cumbre, ni participar en el Sistema Interamericano. ¿Por qué? Cuba no va a comer dulces con EE.UU., Cuba no cumplirá con las exigencias en DD.HH. que ha estandarizado la OEA, y tampoco aplicará una diplomacia “meliflua y babosa”, con un embargo económico vigente, donde EE.UU. dicen es quien impone las directrices dentro de la organización.

A pesar de eso, el gobierno de Santos –muy bien asesorado en política exterior por cierto – envió a la canciller Holguín para liderar el llamado “proceso de diálogo”. La conclusión: “vamos a ver qué pasa”. No bastando los motivos al anfitrión, y luego de que el ALBA hubiese dado aquel ultimátum de no asistir a la Cumbre, si Cuba no era invitada, Santos preparó visita oficial para hablar con Castro directamente. La Conclusión: “no queremos generar malestar con tu aliado EE.UU., gracias por tu gestión, pero no vamos a asistir”. Y con mucha razón, pues una de las características del gobierno cubano ha sido su congruencia en todos los años que lleva de revolución. Luego de esto, saltaron a la vista los titulares de prensa dando triunfo al gobierno de Santos por la gestión a pesar de la negativa cubana. Creo que más que eso, sin este cuento que les he declamado, que le faltó a más de un analista y periodista, es necesario para dilucidar las razones que motivan a un estado a decir “no”.

Ahora los países vecinos incendiados, creen que amenazando y boicoteando la Cumbre van a ser protagonistas. Con esto, más bien pasan a un segundo plano y dejan de ser los verdaderos líderes que necesita la región. La Cumbre de las Américas es el mejor espacio por excelencia para que los presidentes del Hemisferio se vean las caras y reconozcan que se necesitan integrar. De esto trata tanta algarabía.

Con todo, amerita reconocerle un punto de bonificación al gobierno de Santos sobre su amplia gestión del tema, y la profesional consejería de los palaciegos sobre la logística, y contenido de la Cumbre en Cartagena. Colombia siempre ha sido sede de hitos multilaterales, y esta no podría ser la excepción. Si fuera jefe protocolario, habilito el asiento para Cuba, con su plaqueta y bandera correspondiente, así quede vacío.

Ahora sí, ¡qué hablen los entendidos!

@epiedrahita