Presiento que después de haber concursado para el ingreso a carrera diplomática y consular en Colombia, quiero dejarles mis últimas impresiones sobre el vaivén internacional de este año. Estoy como un sub júdice que espera una decisión definitiva sobre mi paradero profesional y vocacional. Mientras tanto aprovecho para compartiros aquello que mortalizó el mundo macondiano de García Márquez de que "En el mundo están ocurriendo cosas increíbles ―le decía José Arcadio Buendía a Úrsula―. Ahí mismo, al otro lado del río, hay toda clase de aparatos mágicos, mientras nosotros seguimos viviendo como los burros".
El fragmento de Cien Años de Soledad servirá para dejar este 2011 con una recensión bastante caótica, hiperbólica; en un mundo en crisis. Pero este 2011, es distinto, porque creo que “la crisis hizo crisis”. Vamos por parte.
Sin duda la primavera árabe a comienzos de año, luego de la infame bomba de WikiLeaks que alguna vez les reseñé, es el hecho histórico más importante de comienzo de este siglo, sin desmeritar la configuración del Nuevo Orden Mundial tras la caída de las Torres Gemelas. La revolución de los jazmines, las revueltas, el movimiento de los indignados, bifurcó la forma de concebir al mundo en la región árabe y en la política internacional occidental. Y es que según la opinión vulgar, las revueltas del Magreb y el Mundo Árabe escribieron en piedra el hartazgo sobre la crisis, la contrición hacia dominación de los sátrapas y el rechazo al abuso de los valores milenarios. La transición es lo que los entendidos apenas empezamos a analizar.
Europa no se queda atrás. Desde la imparable burbuja hipotecaria de los subprimes, el euro tambalea. El eje París-Berlín lidera la recomposición de la zona, pero otros de la Europa Vieja no están de acuerdo en ceder la soberanía que desde el tratado de Maastricht viene promulgando. Una nueva Dama de Hierro, pero esta vez alemana, lidera la formulación de una nueva disciplina presupuestaria y fiscal para la Unión Europea. Estoy de acuerdo con la canciller Merkel; que desde la Segunda Guerra Mundial, Europa no se había visto tan golpeada. La crisis hizo crisis.
El cambio climático tiene otra muy importante cabida en este diagnóstico anual. Los poderosos contaminantes miran de reojo la causa antropogénica del desastre de la biosfera y los ecosistemas. La Cumbre en Durban fue otro cansino intento sobre las migajas inconclusas de Kioto. El desarrollo sostenible es otra muletilla retórica del cambio climático. El supuesto fondo mundial ambiental proyectado en la Cumbre de Cancún no le bastó el año para quedar otra vez sobre el papel muerto de los líderes de la COP 17.
¿Y Estados Unidos? Escondido, disimulando la crisis de su deuda interna, la salida de las tropas en Afganistán e Iraq y vanagloriando su intervención en los países árabes, tumbando a los líderes autocráticos de la región, como es costumbre. A la potencia se le murieron muchos de su Eje del Mal, enfermos o compungidos frente a la presión internacional y conquistó varias victorias en materia militar y juegos de poder. El ambiente electoral que empieza con las primarias será el titular enseña para el 2012.
No quiero extenderme en algún déjà vu vicioso. Esos son los grandes hechos, a mi entender, que dieron garrote al 2011.