jueves, 25 de marzo de 2010

Cuatro elecciones en una

La vida de lo que hoy les vengo a contar siempre termina como los artículos literarios de periódicos y revistas, tan fastuosos en la primera plana y rematando en un cola desvaída, allá por la página treinta y dos, entre avisos de remate y tubos de dentífrico. Lo digo, porque estas semanas que pasaron estuvieron condenadas al olvido de profundidad informativa, desapercibidas a lo que llamo la concurrencia de un ambiente electoral internacional bastante llamativo.

Me refiero a las cuatro elecciones legislativas en Irak, Colombia, Francia, y Rusia. Elecciones aisladas, pero de mucha relevancia para el mapa político no sólo de esos países como de su geopolítica y la órbita de influencia. Cuatro elecciones en una, cuatro espacios continentales, cuatro elecciones con tintes plebiscitarios, cuatro elecciones sancionatorias o no al gobierno de turno; cuatro elecciones que hablan de: seguridad, “centrocracia”, voto-sanción, y statu quo oficial, respectivamente.

En Irak, unas elecciones ya curtidas por la violencia, se celebraron las legislativas para elegir 325 escaños. Luego de las dos elecciones tras la muerte de Hussein, ese país se juega la posibilidad de consolidar su sistema democrático autónomo por la ocupación estadounidense. Decisión que para el momento de escribir estas líneas, da por ganador al Primer Ministro Nuri-al-Maliki, del Partido Estado de Derecho, que se enfrenta a principal grupo chií Alianza Nacional Iraquí de Múqtada al Sáder. Un reconteo de votos lento, susceptible de impugnaciones por la oposición y que plantea el debate sobre la legitimidad en la democracia representativa. Con este panorama se espera otra coalición plenamente establecida por el premier actual, que tiene el menudo desafío de levantar y empalmar el mandato de seguridad sobre el país a manos de las tropas de ocupación para un real mantenimiento de la seguridad nacional.

En Colombia, se pasó revista para la elección del Congreso de la República, en el que la principal fuerza política – el Partido de la U –, o el partido de Uribe, arrasó; todo a pesar de la inviabilidad de la reelección presidencial. Se recompuso el mapa nacional de cara a las elecciones presidenciales de mayo próximo. Una lectura ligeramente acuciosa da por sentado varios atisbos: la sombra del presidente Uribe resultó ser más fuerte que él mismo, ya que varios partidos como el Conservador – segunda fuerza legislativa – ahora tiene rostro propio contrario sensu cuando hacía parte de la coalición gubernamental. Otros como lo que sugiere recientemente el politólogo colombiano Pizarro Leongómez “[…] a pesar de la violencia que nos afecta, siempre votamos hacia el centro del espectro ideológico. Colombia seguirá siendo una democracia de centro: una centrocracia”. Algo ampliamente discutido por aquellos que abordé al preguntarles sobre tal reflexión en tanto que recibí más contestaciones conducentes a pensar que si bien Uribe no puede ser candidato, quedó claro en las legislativas qué es lo que quiere el pueblo. De todas formas: nada está escrito de antemano.

Por su parte en Francia, el voto-sanción a Sarkozy con la lumbre de la izquierda encara la hecatombe electoral que retumbó dos veces en las elecciones regionales: ¡todas las regiones de la Francia metropolitana, excepto Alsacia, tendrán un presidente de izquierda! Aunque la abstención fue alta (54%), la repulsa de los franceses al partido de gobierno la Unión por un Movimiento Popular (UMP) – de centro derecha – dejó claro los reclamos hacia la mejora de empleo y el poder adquisitivo básicamente. A dos años de las presidenciales, el gobierno de Monsieur Sarkozy tendrá que ajustar las estrategias para no perder su oportunidad de llegar nuevamente al Elíseo.

Finalmente en Rusia, se renovó parlamentos regionales y representantes municipales en varias provincias. El oficialismo – Partido Rusia Unida –ganó en varios bastiones, aunque perdió la alcaldía de Irkoustsk, motín del Partido Comunista. Es de anotar que en muchas regiones, Rusia Unida, no obtuvo cincuenta por ciento de votos. Aunque ganó, hubo una merma respecto a las elecciones anteriores. Me pregunto si es una simple “fatiga” del gobierno de Medvédev.

Cuatro elecciones en una: en juego temas tan importantes como la autonomía estatal de Irak, la era post-Uribe en Colombia, el panorama reelectoral en Francia, y el mantenimiento del poder oficial en Rusia.

Bogotá

miércoles, 10 de marzo de 2010

Kosovo, ¿un Estado falso?

Que cosa más vieja*
Publicada en EL TIEMPO
18 febrero, 2008

La independencia de Kosovo es la consecuencia natural del proceso de realineamiento de las naciones de la antigua Federación de Yugoslavia. Una región que desde su nacimiento fue víctima de dos guerras mundiales, fue mártir de los proyectos expansionistas de la Unión Soviética, moradora de la unión comunista de Tito, y víctima de la más cruda aspiración de la Gran Serbia de Milosevic.

Desde la suspensión de su status de provincia autónoma, Kosovo fue el estandarte de paz de la ONU con la Misión para la Administración Temporal de Kosovo. Recuérdese que en virtud de la famosa resolución 1244, este organismo pudo revitalizar funciones civiles administrativas, promover un autogobierno, facilitar un proceso político. Condujo a la creación de Departamentos Administrativos Provisionales, elecciones en 30 municipalidades, y la adopción del marco para su Constitución. Estas ayudas, junto con la presencia civil de la Unión Europea ayudaron a la consolidación de una independencia que se cocinaba en silencio.

Siendo una de las zonas más pobres de Europa, Kosovo alzó su mentón y gritó al mundo su independencia. Un grito que ya no daba espera, desde que lo juegos de la guerra fría y los proyectos de Milosevic la oprimían. El proceso de sucesión de Serbia ensordece a los sectores pro-rusos y conservadores, arguyendo que Kosovo les pertenece por ser la cuna de la nación. Serbia ya debe entender que si bien hasta la conquista otomana en el siglo XIV Kosovo había sido predominantemente serbia, ya no lo es desde la década de los 70, cuando se inundó de albaneses.

Por su parte, Rusia objeta la independencia kosovar, sabiendo que ella sonsaca y aviva el reconocimiento autonómico de las regiones en Osetia del Sur y Abjazia en Georgia y el Transdniéster en Moldavia. España, por su parte, se alejó del consenso de reconocimiento de Kosovo en la Unión Europea porque lidia con sus propios grupos separatistas. Asimismo, la acompañan Rumania, Eslovaquia, Chipre y Grecia. Resuelta aceptación tienen los kosovo-albaneses con el reconocimiento de Estados Unidos a su incipiente Estado. Quienes pudieron observar las manifestaciones de los ciudadanos en las calles, la bandera albanesa se ondeaba junto con la estadounidense. Es una señal de compatibilidad política, toda vez que el país del norte consideraba que si no había independencia, no habría progreso económico. Estados Unidos encontró con Kosovo, la oportunidad para equilibrar la región, cuya alianza con la región del Cáucaso desazona a Rusia.

De todos estos sucesos está bien recordar el mismo caso de Eslovenia y Croacia cuando se independizaron del poderío de Milosevic en su tiempo ¿Por qué no lo puede hacer ahora Kosovo? La geopolítica de la región ahora se reconfigura con un Kosovo pro occidental, con la puja política de una Serbia pro-rusa. No es más que la respuesta a la absurda composición fragmentaria de los territorios yugoslavos, y el enardecimiento étnico en busca de un Estado libre, autónomo y pluralista.

Honduras: cuartelazo anónimo

Que cosa más vieja
Publicada en EL TIEMPO
2 de julio, 2009

¡Pensar que ya habíamos superado el ambiente que narraban aquellos cuentos cortos las prosapias de los líderes de las repúblicas bananeras, su corrupción y los vaivenes para mantener unida la gesta dictatorial de esos tiempos! Pero como si tratase de una remembranza de narraciones costumbristas, la semana pasada presenciamos la odisea del presidente de Honduras cuando sacado en pijama de su residencia, militares encapuchados lo expulsaron del país con fines bastante contundentes. Que la anterior escena se clasifique como un golpe de estado, no cabe la menor duda, aunque por el momento no se conozca quién dispuso la orden, quién la recibió, y cuántas personas estuvieron involucradas, fueron militares quienes derrocaron al presidente; y eso, técnica y políticamente es un golpe de estado, tal cuartelazo anónimo.

La sucesión forzada que devino a la crisis tras las controversias entre el Ejecutivo y los jueces hondureños sobre la legalidad de la consulta para autorizar una “cuarta urna”, no justifica que un presidente elegido por el pueblo y constitucionalmente refrendado, sea depuesto como paria y así deportado sin garantías al debido proceso. La consulta convocada por Zelaya no buscaba autorizar la reelección como de manera equívoca muchos analistas y prensa se acuciaron a titular. Zelaya pretendía consultar al pueblo sobre una “cuarta urna” en las próximas elecciones de noviembre, para evaluar la viabilidad de una Asamblea Constituyente. Entre las reformas que se pretendían efectuar, si esa Asamblea prosperaba, era la reelección, pero algo muy distinto es que mediante la “encuesta” –patentemente inconstitucional – se permitiera directamente el nuevo periodo.

Es cierto que el presidente Zelaya desacató varias decisiones judiciales, y el Congreso Nacional lo desaprobó por abuso administrativo. Sin embargo, sería inconcebible pensar que algún civil y menos aun que algún Jefe de Estado, sea requerido por una Corte que autorice su aprehensión incluyendo su exilio, sin que surta paralelamente un proceso ordinario por los injustos que se hayan podido cometer. Sobre este último en particular obedecen las condenas que la comunidad y organismos internacionales han declarado abiertamente en defensa de la democracia y el Estado de Derecho.

A pesar de la condena, el gobierno de Micheletti de manera maratónica ha tratado conseguir reconocimiento internacional, destituyendo agentes diplomáticos, cual tarea parecida al ajetreo legislativo que estuvo acostumbrado como presidente del Congreso. Tarea que no deja de ser obstinada y obtusa pretender un reconocimiento por parte de otros Estados y de organismos como la ONU, la OEA, la Unión Europea, BID, y los grupos subregionales, máxime cuando éstos mediante resoluciones y directivas ya han dejado por sentado su rechazo al golpe.

Por su parte, en la OEA, a la espera de los resultados de la visita del Secretario General a Tegucigalpa, es muy difícil encontrar un escenario en el que el gobierno interino reconozca sus desaciertos en tanto que quebrantó todos los principios del organismo. Se desemboca así una posibilidad corolaria de todo el panorama: una expulsión de Honduras de la OEA, vencido el término de 72 horas, hasta que se restituya el presidente Zelaya, o se celebren las nuevas elecciones en noviembre.
Así las cosas, la comunidad internacional no asfixia al gobierno provisional, más bien no perdona un retroceso en el que tantas conquistas por la democracia se han batallado, y no permite una ruptura del orden constitucional vigente de un país que tanta sangre derramó por causa del intervencionismo y los juegos de poder en la región.

En el mundo están ocurriendo cosas increíbles

Que cosa más vieja*
Publicada en el Heraldo
24 de abril, 2008


En vísperas del quinto año del mes, diferentes voces en el mundo no cesan en declarar que el mundo está sumido en crisis. La ristra de acontecimientos no para, y evoca la inquieta e insistente expresión Macondiana de que “En el mundo están ocurriendo cosas increíbles”. Podría sonar fatalista, pero los recientes hechos de las dinámicas internacionales dan muestra de una hoguera cada vez en lumbre.

Verifica lo dicho, la crisis climática que se convierte en asunto de seguridad internacional, y afecta todos los espacios de la biosfera, acuciando la supervivencia de los ecosistemas. El temor del calentamiento global no se aleja de los más débiles, y arrolla la sostenibilidad natural de glaciares, cultivos, con temperaturas que desbordan los límites, hasta incrementar el nivel de los mares. La dependencia de la energía fósil, todavía no ha sido resuelta, habida cuenta de las altas cotizaciones del petróleo, jamás visto en la historia.

Asimismo la conmoción internacional por la crisis financiera iniciada en los Estados Unidos, ha contaminado los mercados financieros y de capitales. La crisis de los subprimes, no sólo se convirtió en la causa simulada de la inestabilidad económica, como también en el perjuicio de las economías de Europa (Eurozona), los flujos de capital de América Latina, cuya influencia choca con los signos de prosperidad en Asia, como India y China. A pesar de la negativa para considerar la crisis como una recesión, los indicios aseguran un reordenamiento económico en el sistema internacional.

Los bruscos movimientos del planeta además recrudecen con la crisis de alimentos. En columna del economista Paul Krugman, se explica que los motivos obedecen a tres razones principales: la elevada demanda de carne en China y economías emergentes, los precios del petróleo, y el mal tiempo en grandes áreas de cultivo, especialmente en Australia. Imagínense que esta nación es el segundo exportador de trigo en mundo, pero sus zonas están siendo objeto de sequías. A esto se le añade la crisis de trigo para hacer pan en Egipto, su dieta cotidiana. Colombia no está exento de la crisis, toda vez que los productores de oleaginosas y cerealeros anuncian un inminente aumento en el precio del pan.

La crisis hizo crisis, y es probable que asistamos al inicio de las consecuencias que comienzan a afectar al medio ambiente, la economía mundial, y la población. La deslegitimación de la lógica del sistema socio-económico actual empieza a viciarse, y la inconsciencia sobre estas contradicciones, convierte a los habitantes del planeta en causantes y víctimas de una concepción casi porfiada de que en realidad, en el mundo están pasando cosas increíbles.

Haití: ¿la camándula ajena del mundo?

Antes del terremoto en Haití, pocos sabían que su capital era Puerto Príncipe; que quedaba al lado de República Dominicana y conformaban la histórica "Española", la de periplos descubridores por Cristóbal Colón en el Caribe. Con Toussaint-Louverture, el prócer libertador de Haití, la primera colonia de esclavos es liberta y rompe las ataduras de la regencia conquistadora, ahora se saluda con Marshall para un plan de reconstrucción; ya no por la guerra, como por los penosos desdenes que por años la ha convertido en el país más pobre del Hemisferio Occidental.

El "Plan Marshall" para la Isla del Gran Caribe, gana indulgencias con camándula ajena. Luego de la devastadora tragedia el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, llamó a sus pares de EE.UU y Brasil para liderar una conferencia internacional para la reconstrucción de Haití. Pasado los días, en República Dominicana se ofició una reunión extraordinaria a la cabeza del presidente haitiano René Préval, y así testimonear lo sucedido para demandar la ayuda estructural ante los demás países caribeños. Le valió a Sarkozy la unión francófona de algunas naciones caribeñas y así alimentar la cultura pro-Haití alrededor del mundo. La francofonía en el mundo opera como especie de cultura asociativa y solidaria, algo similar con las mancomunidades post-coloniales.

No bastó esto para que el mutilateralismo quisiera formular estrategias para paliar la tragedia. La Décimo Quinta Reunión Ordinaria del Consejo de Ministros de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) que sesionó en Cartagena, pasó desapercibida. Colombia aprovechó de sopetón un liderazgo que no ejercita en virtud de su política exterior hacia el Gran Caribe; y necesitó de las circunstancias para que sólo demostrara junto con los demás Estados Miembros su intención mediante una declaración de "solidaridad" y "llamado a la acción". El CARICOM pasó de saludo a la bandera, y más tarde en Davos, Colombia presentaba la iniciativa sobre un fondo común para Haití, como posición latinoamericana.
La ayuda humanitaria, atisbado por muchos como la "intervención" para ocupar la Isla, no tiene asidero. Que se trató de un "terremoto experimental" o que la ayuda facilitó la ocupación militar estadounidense, no pasan de ser historias oscurantistas. Haití ha estado ocupada, si se quiere, por fuerzas multinacionales desde 2004, cuyo mandato de la MINUSTAH es mantener el entorno seguro y estable, apoyar el proceso político, y los derechos humanos. Todo después de haber luchado contre el golpe contre Aristide, inmerso en un desorden político-administrativo; en una fatal anarquía.
Ya a dos meses del temblor, se cuestionan ciertos puntos del cumplimiento del mandato en el tiempo; mandato inconcluso y sus objetivos de mejora aparente. Falta esperar los resultados al llamado a la acción, y cómo se resolverán de manera estructural los desafíos que en el futuro no sólo acucia a los haitianos, sino a la comunidad internacional.

La unión inacabada. [A propósito de la Cumbre de Río (Cancún)]

Muchas cosas del cuadro de la triste y tropical caricatura de la Cumbre del Grupo de Río (Cancún) entre Chávez y Uribe sobre sus pataletas megalómanas, es que dentro del rimbombante linaje del integracionismo bolivariano, estamos inundados de varios modelos de unión continental. Una colcha de retazos sin liderazgo regional, ni madurez política.

Sobre la nueva Comunidad proclamada en la llamada Cumbre de la (des)Unidad de América Latina y el Caribe (Playa del Carmen), se ha dicho que tiene el especial propósito de reemplazar a la OEA. Quiere convertirse en otro foro de integración político amplificador, o ser el real proyecto de integración hemisférico, sin las estrellas polares del Norte.

Vayamos entonces por parte. El proyecto de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que sería un agravio ponerla con sigla o acrónimo, pues no existe una personería jurídica internacional, pero que para la celeridad de estas líneas, será la manera más fácil de demostrar que la Comunidad es ­–hasta ahora– sólo un mero ensañamiento óntico de integración. Se espera que después de su proclamación, en Caracas (2011) se celebre la primera cumbre, y así la constitución formal del organismo.

Una vez tomada forma, ya muchos allegados me preguntan si es posible que la CELAC pueda en verdad reemplazar a la OEA. He dado varios “no” tajantes. Partamos de un axioma: la OEA es el acuerdo regional, el único posible que tiene carácter hemisférico. Pero además, el único que ha podido ventilar una propuesta de integración comercial desde Alaska hasta la Patagonia (ALCA). No obstante frustrado lo anterior, se desarrollaron una serie de “Alquitas” o “Alca light” que se reemplazarían más tarde por tratados de libre comercio impulsados por EE.UU.

La forma dura de la integración republicana de la OEA, no sólo la comercial como la política y diplomática, está muy lejos de ser reemplazada del mapa por un grupo numeroso de Estados Miembros que están subsumidos en otros grupos subregionales que a veces pierden su noción, pero que no están interesados en reemplazar a ninguna organización existente. Seguramente el otro año, en Caracas, la discusión del mandato de principios de la CELAC forme consenso en que será una adhesión formal al acuerdo regional interamericano.

Otra arista de todo este pelambre, es la conformación de otro foro político de integración que amplificaría a mi juicio dos cosas ya existentes: el Grupo de Río y la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC). Dos espacios multilaterales que han hecho carrera, la primera más vieja que la segunda, pero que no han madurado lo suficiente para hablar de integración como el ideal europeo.

Esto nos lleva a pensar sin tautologías mediocres, ¿cuál es el real proyecto de integración de la región? Es que en medio de tantos subgrupos regionales: que la Unasur, AEC, MCCA, MERCOSUR, CARICOM, ALADI, CAN, SICA, entre otra ristra que no me pasa por la mente, el fenómeno es una colcha de retazos de integración que impide la cohesión.

El punto de encuentro que emule a un pacto del carbón y del acero europeo, que nos una en ejes estructurales, mediante un liderazgo político regional es el llamado que siempre pregona Chávez o Lula, pero que en lo sucesivo no organizará la integración, pues la heterogeneidad y los desencuentros ideológicos – necesarios naturalmente – son el óbice a prima vista de una unión inacabada y aún pírrica.