sábado, 31 de diciembre de 2011

La crisis hizo crisis

Presiento que después de haber concursado para el ingreso a carrera diplomática y consular en Colombia, quiero dejarles mis últimas impresiones sobre el vaivén internacional de este año. Estoy como un sub júdice que espera una decisión definitiva sobre mi paradero profesional y vocacional. Mientras tanto aprovecho para compartiros aquello que mortalizó el mundo macondiano de García Márquez de que "En el mundo están ocurriendo cosas increíbles ―le decía José Arcadio Buendía a Úrsula―. Ahí mismo, al otro lado del río, hay toda clase de aparatos mágicos, mientras nosotros seguimos viviendo como los burros".

El fragmento de Cien Años de Soledad servirá para dejar este 2011 con una recensión bastante caótica, hiperbólica; en un mundo en crisis. Pero este 2011, es distinto, porque creo que “la crisis hizo crisis”. Vamos por parte.

Sin duda la primavera árabe a comienzos de año, luego de la infame bomba de WikiLeaks que alguna vez les reseñé, es el hecho histórico más importante de comienzo de este siglo, sin desmeritar la configuración del Nuevo Orden Mundial tras la caída de las Torres Gemelas. La revolución de los jazmines, las revueltas, el movimiento de los indignados, bifurcó la forma de concebir al mundo en la región árabe y en la política internacional occidental. Y es que según la opinión vulgar, las revueltas del Magreb y el Mundo Árabe escribieron en piedra el hartazgo sobre la crisis, la contrición hacia dominación de los sátrapas y el rechazo al abuso de los valores milenarios. La transición es lo que los entendidos apenas empezamos a analizar.

Europa no se queda atrás. Desde la imparable burbuja hipotecaria de los subprimes, el euro tambalea. El eje París-Berlín lidera la recomposición de la zona, pero otros de la Europa Vieja no están de acuerdo en ceder la soberanía que desde el tratado de Maastricht viene promulgando. Una nueva Dama de Hierro, pero esta vez alemana, lidera la formulación de una nueva disciplina presupuestaria y fiscal para la Unión Europea. Estoy de acuerdo con la canciller Merkel; que desde la Segunda Guerra Mundial, Europa no se había visto tan golpeada. La crisis hizo crisis.

El cambio climático tiene otra muy importante cabida en este diagnóstico anual. Los poderosos contaminantes miran de reojo la causa antropogénica del desastre de la biosfera y los ecosistemas. La Cumbre en Durban fue otro cansino intento sobre las migajas inconclusas de Kioto. El desarrollo sostenible es otra muletilla retórica del cambio climático. El supuesto fondo mundial ambiental proyectado en la Cumbre de Cancún no le bastó el año para quedar otra vez sobre el papel muerto de los líderes de la COP 17.

¿Y Estados Unidos? Escondido, disimulando la crisis de su deuda interna, la salida de las tropas en Afganistán e Iraq y vanagloriando su intervención en los países árabes, tumbando a los líderes autocráticos de la región, como es costumbre. A la potencia se le murieron muchos de su Eje del Mal, enfermos o compungidos frente a la presión internacional y conquistó varias victorias en materia militar y juegos de poder. El ambiente electoral que empieza con las primarias será el titular enseña para el 2012.

No quiero extenderme en algún déjà vu vicioso. Esos son los grandes hechos, a mi entender, que dieron garrote al 2011.

domingo, 27 de marzo de 2011

Libia o el tratado de un inútil combate



Ofrezco disculpas a los lectores que se han acostumbrado a leer las hazañas que en materia internacional escribo. Pero aprovecho este poco espacio del cual dispongo para proponerme compartir lo que pienso de la situación en Libia, en el marco de lo que ya he llamado los efectos de la "revolución de los jazmines".

Estaba hablando con mi tío, un marinero ya retirado, que recorrió el mundo en el cuarto de máquinas de los buques nacionales, y me ratificó muchas atisbos que sobre la revolución libia siempre he pensado. Y es precisamente que la intervención de la coalición internacional es otra "Irak disfrazada".

Para explicar esta anotación casi atrevida en política internacional, quiero analizar con Uds. la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 1973. Digamos en plano general que el instrumento resuelve cuatro puntos en defensa de la paz y seguridad internacionales como medios coercitivos sobre Libia, que son: protección a los civiles, zona de prohibición de vuelos -"zona de exclusión aérea" lo ha llamado la prensa - , embargo de armas, congelación de activos, designaciones y finalmente conformar un grupo de expertos para presentar reporte sobre la situación. De todos esos puntos resolutivos del instrumento voy a referirme a los dos primeros y tratar de colegir si el mandato es legal, viciado y si el procedimiento es conforme al derecho internacional.

Para nadie es un secreto que en Libia se conformaron dos bandos. Por una parte el ataque del monopolio legítimo de la fuerza contra la población civil. De la población civil se conformaron grupos alzados en armas, grupos rebeldes en ciudades como Bengasi, Misurata y puertos petroleros como Ras Lanuf. Que de allí se concluya que en el marco de enfrentamiento existiese una guerra civil tal como lo dijo el Comité Internacional de la Cruz Roja, no hay duda. De otra parte, que la violencia sistemática de las fuerzas libias contra la población civil constituye un crimen de guerra y una flagrante ruptura a los principios del derecho internacional humanitario.

Ese hecho es precisamente la motivación de la resolución para establecer dentro de su plan de acción la defensa de la población civil. ¿Cómo lo ordenó? Sugiriendo a los países miembros o grupos regionales disponer de una especie de "corredor humanitario", pero sin mandato específico. He aquí a mi juicio, el primer error garrafal de la ONU al omitir la designación de la comisión o fuerza de mantenimiento de la paz que se encargaría de administrar ese corredor. De modo que dejó a libre elección de los estados la conformación de una "coalición internacional" que supuestamente defendería a la población civil.

La llamada "Cumbre de París", se encargó de hacer efectivo ese mandato declarativo de la ONU.
La cumbre de París fue quien dio luz verde al inicio inmediato de los ataques contra Gadafi. Pero lo que de manera descarada es la implementación de una fuerza de ocupación extranjera, se convirtió en un carnicería humana. Esta Cumbre liderada por EE.UU., Francia y Reino Unido se encargó de implementar la llamada "zona de exclusión aérea para salvar vidas.

Lamentablemente, tal como todos vemos, una "zona de exclusión aérea" sobre Libia no comportaba una operación de bombardeo contra la población. Así, "salvar vidas a bombazos es un contrasentido inexplicable" tal como lo dijo José Mujica, presidente de Uruguay. Y tal como lo dijo el Secretario General de la Liga Árabe, algo con lo cual estoy completamente de acuerdo encuentra sentido toda vez que "lo que pasa en Libia difiere de la imposición de una zona de exclusión aérea. Lo que queremos es proteger a los civiles, no bombardearlos".

Asimismo quiero referirme al segundo punto de la resolución. La creación de la llamada zona de exclusión aérea. Creo que la resolución 1973 no es contraria al derecho per se. EE.UU., Francia, y Reino Unido la aplican fuera de su real alcance y contenido. Si hiciéramos una lectura en sentido estricto, vemos que la ventana que la deja abierta la ONU para proceder sin mandato específico es comidilla propicia para que la coalición internacional haga de las suyas. La Operación 'Odisea del Amanecer' en Libia es una patente intervención bajo la viciada unción de la ONU para proteger a la población civil.

Si lo que la ONU quería era que no hubiese otra Irak, creo que no lo logró. Evitar la ocupación extranjera legitimada en una resolución tal como ocurrió con el derrocamiento de Saddam Hussein, sirve para ponerse a pensar sobre los intereses que esta coalición tiene en la región. Una resolución que tuvo abstención de Rusia y China, proyecta un mensaje claro al juego de poder y las contenciones ideológicas. A la coalición le conviene derrocar un régimen abiertamente socialista en el Magreb, husmear las fuentes petroleras y hurgar sobre las riquezas mineras como quiera que Libia está cerca del Chad ¿Que la intervención no pretender derrocar al régimen de Gadafi? ¡Eso está por verse! Dudo mucho del proceder de la coalición, de su procedimiento vergonzoso y más aún de poner en manos de la OTAN, el brazo armado de la ONU, las operaciones que emanan de la resolución 1973.

Realmente leo con extrañeza esta resolución, que por costumbre se acoge a otros planes de acción en ocasión de la aplicación del principio de la "protección a la población civil". Doctrina que nació luego del genocidio en Ruanda y en aquellas intervenciones humanitarias en la Franja de Gaza. Que pena que se haya prendido la hoguera en el Magreb y no se haya dejado madurar la revolución de los jazmines, nacida en Túnez, que contaminó Egipto y ahora amenaza la estabilidad libia, su población y los intereses de la antigua zona del imperio fatimí.


Bogotá, domingo 27 de marzo.




domingo, 30 de enero de 2011

Los pétalos de la revolución

Publicado en el diario Despertar de Oaxaca, México

Al mundo árabe se le está cayendo su muro de Berlín. Aquella pared autocrática que los sátrapas construyeron desde la descolonización del Magreb –nombre del área del norte de África que comprende Marruecos, Argelia y Túnez y, considerada más ampliamente, también Libia, Mauritania y el Sáhara –ahora sufre los golpes impetuosos del hartazgo. Una chispa que revienta la ira de los muchachos universitarios recién graduados por la falta de trabajo en Túnez, enardece las revueltas contra la corrupción, el nepotismo y la carestía de alimentos en Egipto, y concita al desmán contra la pobreza en Yemen.

Y pareciera que los pétalos de la ‘revolución de los jazmines’ – nombre que se le ha dado a la revolución tunecina – amenazan con derrocar los regímenes vecinos cual efecto dominó, contagioso pero a su ritmo. La excesiva tropelía en Túnez, Egipto, Yemen, y otros países que entendidos, dicen, esperan en lista, obedece a la búsqueda de un modelo alternativo que transite hacia la democracia.

Los taxistas afirmaban al hablar de la caída de Ben Ali: 'Es lo que sucede a los príncipes que mienten a sus pueblos". Y esa máxima verídica sobre cómo los gobernantes se aferran al poder es natural en todos los países del mundo. No obstante, el autoritarismo es un elemento común a todos los del Magreb, y si se analiza el régimen de Túnez, era de los más autoritarios y cerrados no solo del Magreb sino del mundo árabe. La revolución tunecina solo inspira a los pueblos porque, tal y como se desarrolló, fue obra del pueblo y solo del pueblo.

En el Cairo y otras ciudades como Alejandría y Suez, el pueblo ha tenido la iniciativa propia de congregarse y dejar un precedente colectivo, como parte de una rebeldía de la sociedad civil, hastiados de los 30 años en el poder de Hosni Mubarak, su presidente. Es interesante observar cómo los movimientos nacidos en su interior que no son importados, fatigan la supervivencia política de los dictadores. Fustigan así de cierto modo las formas de gobierno dinásticas, heredados de los imperios pre-coloniales, en especial el fatimí, que gobernó el norte de África y parte de la península arábiga, que en su apogeo se convirtió en unos de los califatos más extensos del continente.

Y si las herencias se resquebrajan o están viciadas, ¿cuál es el modelo político para el mundo árabe? Una lectura irreflexiva es casi injusta, porque el etnocentrismo impregnado en algunas plumas que analistas y líderes mundiales sugieren es que la zona necesita reformas. Una transición democrática en los países árabes no puede formularse desde el occidentalismo, ni puede ser ‘gatopardista’. Se preguntarán ¿por qué Marruecos, Argelia o Libia no están de cara a un contagio como el tunecino o el egipcio?, ¿el efecto de la revolución de los jazmines es acaso incontenible? Los hechos hasta ahora han demostrado que la tendencia hacia la democratización es intermitente, a menos que sea equiparable al de Europa del Este, donde cayeron uno detrás de otro. A pesar de todo, los sentimientos de frustración de los pueblos de África del norte y sus anhelos son muy similares.

En algunos regímenes como Marruecos, es llevadera la revuelta del mundo árabe, pues se vive en un ambiente de mediana legitimación. La monarquía constitucional y la dureza institucional es por ahora bien respaldada. Por su parte en Argelia, ya no se espera un desorden civil, habida cuenta de su revolución en los noventa.

Si la crisis es mundial y no solo árabe, asistimos a una renovación de las formas de poder contra lo acostumbrado otrora. No me atrevo a pensar, como muchos escépticos sostienen, que los pétalos de la revolución tunecina es un simple rifirrafe entre los ciudadanos y el Estado; como un camino cierto a la transición democrática pensado y hecho desde la propia identidad arábiga.

Bogotá, 8 febrero de 2011.


domingo, 2 de enero de 2011

Soy número 7

Es un gato, un extraterrestre. El 7 viene a la vida a descubrir: el cómo, el cuándo y el porqué de la existencia. Son personas que hay que amar, pero no entender. Es misterioso e intuitivo como el gato. Si usted trata de entender a un 7, se enloquece. Ellos tienen momentos de "quiérame, mímeme, consiéntame", y momentos de "no me toque, no me moleste". Hay que aceptarlos como son. Son brillantes mentalmente. Es uno de los números más inteligentes que hay.

¿Cuántos números así, extraterrestres tiene la numerología?

El 7 y el 9. Ellos iban para otro planeta y cayeron en este. Son personas con gran intuición, sabios, inteligentes, pero no se ubican en el mundo y eso las deprime. Su lado negativo es la depresión; el positivo, poder mental. Son brujos por principio, pero en estado depresivo no quisieran ni moverse. Son especiales: todo lo miran, lo analizan. Parecen antipáticos, pero es solo su armadura.

Samantha Nheru