viernes, 9 de abril de 2010

¿Tontería hiperbolizada?

Por estos días me acordé de una vieja alusión de la ex Secretaria de Estado de EE.UU. Condoleezza Rice, sobre la "nueva Guerra Fría" - en estas épocas de calentamiento global y crisis económica - : "Lo que se dice últimamente sobre una nueva Guerra Fría es tontería hiperbolizada. Nuestras relaciones hoy día son radicalmente diferentes a las de la época en que el único deseo que compartíamos era el de evitar la aniquilación recíproca".

¿Es entonces una retórica Guerra Fría? Con una Rusia por doquier, mis pretenciones para escribirles lo que acucia por estos días al sistema internacional, da cuenta de la visita de Putin a Venezuela, y el acuerdo Obama-Medvédev. Veamos sus efectos, pero advierto que mi intención no es atender esa pregunta rompe sesos.

Revisé las fotografías de la visita del Primer Ministro ruso a Venezuela, en el diario El País y apreciaba el brío entre Putin y Chavéz, en su canje protocolario de los acuerdos sobre la compra de de fusiles, sistemas de defensa antiaéra, tanques, aviones y helicópteros de combate. Las compras de armamento y material bélico rusos por parte de Venezuela pueden ascender a más de 5.000 millones de dólares. La escena minutos más tardes ya era repudiada por Uribe en Cartagena en ocasión del Foro Económico Mundial, por el Secretario General de la OEA, por Hillary Clinton, como un amenaza para la región, la hoguera cada vez más en lumbre de una carrera armamentista. ¿Cuál carrera armamentista? Como diría Arlene Tickner, internacionalista respetada, no es el rearme de un "dilema de seguridad"; son compras soberanas, sesgadamente criticadas, porque en la región todo el mundo compra armas, y cada quien ya tiene su propia amenaza combativa. Es decir, cada quien tiene su propia razón para comprar armas de donde provengan, pero es incríble que el debate al unísono es un tropel cuando proceden de Rusia, y vuelve hablarse de una dizque "nueva Guerra Fría".

Y como para no seguir transliterando el apellido del presidente ruso, días más tarde en Praga, veía la foto de Obama con Medvédev, con otro canje de un acuerdo para reducir los arsenales nucleares de ambos países. START, "Strategic Arms Reduction Talks", me recuerda a un típico pacto de no agresión en épocas de Guerra Fría. Pero pensándolo bien, la estrategia "pacifista" de la nueva era de las relaciones ruso-americanas, prepara la Cumbre de Seguridad Nuclear en Washington, y quiere dar un tinte de absolución nuclear. Estados Unidos, hay que decirlo si ambagues, ha tenido una política de doble rasero sobre la proliferación nuclear. Hace parte del Tratado de No Proliferación, obliga a Irán y a Corea del Norte a desnuclearizarse con sanciones, pero a la vez concita a India e Israel a una carrera armamentista. Una situación de igual soberana decisión, toda vez que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no asistirá a la cumbre, temiendo que las potencias musulmanas la usen para promover su demanda de desarme.

Que de los dos temas referidos no quepa la menor duda son prístinos ejemplos de aquel período bipolar, no fue mi intención hacerlos coincidir para enrostrar los acostumbrados juegos de equilibrios de poder. Esos no pertenecieron solamente a los de la "Cortina de Hierro", sino a la multipolaridad wilsoniana que todavía impera en estos tiempos.

Bogotá

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