La vida de lo que hoy les vengo a contar siempre termina como los artículos literarios de periódicos y revistas, tan fastuosos en la primera plana y rematando en un cola desvaída, allá por la página treinta y dos, entre avisos de remate y tubos de dentífrico. Lo digo, porque estas semanas que pasaron estuvieron condenadas al olvido de profundidad informativa, desapercibidas a lo que llamo la concurrencia de un ambiente electoral internacional bastante llamativo.
En Irak, unas elecciones ya curtidas por la violencia, se celebraron las legislativas para elegir 325 escaños. Luego de las dos elecciones tras la muerte de Hussein, ese país se juega la posibilidad de consolidar su sistema democrático autónomo por la ocupación estadounidense. Decisión que para el momento de escribir estas líneas, da por ganador al Primer Ministro Nuri-al-Maliki, del Partido Estado de Derecho, que se enfrenta a principal grupo chií Alianza Nacional Iraquí de Múqtada al Sáder. Un reconteo de votos lento, susceptible de impugnaciones por la oposición y que plantea el debate sobre la legitimidad en la democracia representativa. Con este panorama se espera otra coalición plenamente establecida por el premier actual, que tiene el menudo desafío de levantar y empalmar el mandato de seguridad sobre el país a manos de las tropas de ocupación para un real mantenimiento de la seguridad nacional.
En Colombia, se pasó revista para la elección del Congreso de la República, en el que la principal fuerza política – el Partido de la U –, o el partido de Uribe, arrasó; todo a pesar de la inviabilidad de la reelección presidencial. Se recompuso el mapa nacional de cara a las elecciones presidenciales de mayo próximo. Una lectura ligeramente acuciosa da por sentado varios atisbos: la sombra del presidente Uribe resultó ser más fuerte que él mismo, ya que varios partidos como el Conservador – segunda fuerza legislativa – ahora tiene rostro propio contrario sensu cuando hacía parte de la coalición gubernamental. Otros como lo que sugiere recientemente el politólogo colombiano Pizarro Leongómez “[…] a pesar de la violencia que nos afecta, siempre votamos hacia el centro del espectro ideológico. Colombia seguirá siendo una democracia de centro: una centrocracia”. Algo ampliamente discutido por aquellos que abordé al preguntarles sobre tal reflexión en tanto que recibí más contestaciones conducentes a pensar que si bien Uribe no puede ser candidato, quedó claro en las legislativas qué es lo que quiere el pueblo. De todas formas: nada está escrito de antemano.
Finalmente en Rusia, se renovó parlamentos regionales y representantes municipales en varias provincias. El oficialismo – Partido Rusia Unida –ganó en varios bastiones, aunque perdió la alcaldía de Irkoustsk, motín del Partido Comunista. Es de anotar que en muchas regiones, Rusia Unida, no obtuvo cincuenta por ciento de votos. Aunque ganó, hubo una merma respecto a las elecciones anteriores. Me pregunto si es una simple “fatiga” del gobierno de Medvédev.
Cuatro elecciones en una: en juego temas tan importantes como la autonomía estatal de Irak, la era post-Uribe en Colombia, el panorama reelectoral en Francia, y el mantenimiento del poder oficial en Rusia.
Bogotá
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