miércoles, 7 de julio de 2010

Lo de acá y lo de allá


Aquel esbelto profesor sevillano, garrochado, voz imponente y acento andaluz, que conocí en mis tiempos de estudiante pasional por la historia, me hizo recordar que el Caribe sí llega hasta el sur de la Florida. Que las ferias, mercados de pulgas, bazares y encuentros de comercio todavía existen en un país donde la practicidad empuña las costumbres y deja de lado la importancia por la simplicidad. Una sencillez con sustancia, natural y espontánea.

Ayer estuve en uno de esos mercados populares. Aquí lo llaman Flea Market o Swap Meet, de esas ferias francesas que pertenecían a los corrillos burgueses de comercio, de los artículos usados, lo curioso, los lujos baratos, el escrutinio de alguna biblioteca de pensionado aburrido, los calderos invencibles y las bagatelas útiles.

Joshua, un haitiano verdulero, me ofreció piña, tomates y mandioca para llevar a la casa. Estaba detenido con el sol que hacía por el momento y me puse a detallar las chazas de tomate, plátanos, piñas, patillas, ñame, y pare de contar.

Joshua no paraba de sonreír, me hablaba en inglés criollo, y decidí hablarle en francés. Le cambió el rostro. Le pregunté de dónde traían el ñame y me dijo que la plaza donde estaba era una especie de productos selectos, porque procedían de varias partes del Caribe menor. Me imaginé que mucha gente de ahí vendría de Martinica, Barbados, Haití, incluso otros rosarios de islas como San Kitts y Nevis.

Allí comenzó mi esbozo de las clases de Historia y Cultura del Caribe, y la imagen del profesor andaluz que nos enseñaba cuál era el motivo de dividir esa área, conocerla y quizá comprenderla. Ha sido uno de mis acercamientos más prístinos con la diáspora caribeña en Estados Unidos, fuera de las relaciones que mantengo con gente del Caribe que reside en Estados Unidos, porque esta vez fue diferente.

Lo que es allá, es igual a lo de aquí. Quien puede recorrer un Flea Market en la Florida le recordará un centro en Barranquilla, Santa Marta, o el mercado de Bazurto en Cartagena. Las divisiones por mercancías, los árabes hediondos por la sobaquina exasperante, y el sopor de una hora para siestas, me trasladaron a lo mismo, pero más lejos del litoral.

Margate, Florida. 7 de julio , 2010

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