Antes del terremoto en Haití, pocos sabían que su capital era Puerto Príncipe; que quedaba al lado de República Dominicana y conformaban la histórica "Española", la de periplos descubridores por Cristóbal Colón en el Caribe. Con Toussaint-Louverture, el prócer libertador de Haití, la primera colonia de esclavos es liberta y rompe las ataduras de la regencia conquistadora, ahora se saluda con Marshall para un plan de reconstrucción; ya no por la guerra, como por los penosos desdenes que por años la ha convertido en el país más pobre del Hemisferio Occidental.
El "Plan Marshall" para la Isla del Gran Caribe, gana indulgencias con camándula ajena. Luego de la devastadora tragedia el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, llamó a sus pares de EE.UU y Brasil para liderar una conferencia internacional para la reconstrucción de Haití. Pasado los días, en República Dominicana se ofició una reunión extraordinaria a la cabeza del presidente haitiano René Préval, y así testimonear lo sucedido para demandar la ayuda estructural ante los demás países caribeños. Le valió a Sarkozy la unión francófona de algunas naciones caribeñas y así alimentar la cultura pro-Haití alrededor del mundo. La francofonía en el mundo opera como especie de cultura asociativa y solidaria, algo similar con las mancomunidades post-coloniales.
No bastó esto para que el mutilateralismo quisiera formular estrategias para paliar la tragedia. La Décimo Quinta Reunión Ordinaria del Consejo de Ministros de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) que sesionó en Cartagena, pasó desapercibida. Colombia aprovechó de sopetón un liderazgo que no ejercita en virtud de su política exterior hacia el Gran Caribe; y necesitó de las circunstancias para que sólo demostrara junto con los demás Estados Miembros su intención mediante una declaración de "solidaridad" y "llamado a la acción". El CARICOM pasó de saludo a la bandera, y más tarde en Davos, Colombia presentaba la iniciativa sobre un fondo común para Haití, como posición latinoamericana.
La ayuda humanitaria, atisbado por muchos como la "intervención" para ocupar la Isla, no tiene asidero. Que se trató de un "terremoto experimental" o que la ayuda facilitó la ocupación militar estadounidense, no pasan de ser historias oscurantistas. Haití ha estado ocupada, si se quiere, por fuerzas multinacionales desde 2004, cuyo mandato de la MINUSTAH es mantener el entorno seguro y estable, apoyar el proceso político, y los derechos humanos. Todo después de haber luchado contre el golpe contre Aristide, inmerso en un desorden político-administrativo; en una fatal anarquía.
Ya a dos meses del temblor, se cuestionan ciertos puntos del cumplimiento del mandato en el tiempo; mandato inconcluso y sus objetivos de mejora aparente. Falta esperar los resultados al llamado a la acción, y cómo se resolverán de manera estructural los desafíos que en el futuro no sólo acucia a los haitianos, sino a la comunidad internacional.
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