Que cosa más vieja*
Publicada en EL TIEMPO
18 febrero, 2008
La independencia de Kosovo es la consecuencia natural del proceso de realineamiento de las naciones de la antigua Federación de Yugoslavia. Una región que desde su nacimiento fue víctima de dos guerras mundiales, fue mártir de los proyectos expansionistas de la Unión Soviética, moradora de la unión comunista de Tito, y víctima de la más cruda aspiración de la Gran Serbia de Milosevic.
Desde la suspensión de su status de provincia autónoma, Kosovo fue el estandarte de paz de la ONU con la Misión para la Administración Temporal de Kosovo. Recuérdese que en virtud de la famosa resolución 1244, este organismo pudo revitalizar funciones civiles administrativas, promover un autogobierno, facilitar un proceso político. Condujo a la creación de Departamentos Administrativos Provisionales, elecciones en 30 municipalidades, y la adopción del marco para su Constitución. Estas ayudas, junto con la presencia civil de la Unión Europea ayudaron a la consolidación de una independencia que se cocinaba en silencio.
Siendo una de las zonas más pobres de Europa, Kosovo alzó su mentón y gritó al mundo su independencia. Un grito que ya no daba espera, desde que lo juegos de la guerra fría y los proyectos de Milosevic la oprimían. El proceso de sucesión de Serbia ensordece a los sectores pro-rusos y conservadores, arguyendo que Kosovo les pertenece por ser la cuna de la nación. Serbia ya debe entender que si bien hasta la conquista otomana en el siglo XIV Kosovo había sido predominantemente serbia, ya no lo es desde la década de los 70, cuando se inundó de albaneses.
Por su parte, Rusia objeta la independencia kosovar, sabiendo que ella sonsaca y aviva el reconocimiento autonómico de las regiones en Osetia del Sur y Abjazia en Georgia y el Transdniéster en Moldavia. España, por su parte, se alejó del consenso de reconocimiento de Kosovo en la Unión Europea porque lidia con sus propios grupos separatistas. Asimismo, la acompañan Rumania, Eslovaquia, Chipre y Grecia. Resuelta aceptación tienen los kosovo-albaneses con el reconocimiento de Estados Unidos a su incipiente Estado. Quienes pudieron observar las manifestaciones de los ciudadanos en las calles, la bandera albanesa se ondeaba junto con la estadounidense. Es una señal de compatibilidad política, toda vez que el país del norte consideraba que si no había independencia, no habría progreso económico. Estados Unidos encontró con Kosovo, la oportunidad para equilibrar la región, cuya alianza con la región del Cáucaso desazona a Rusia.
De todos estos sucesos está bien recordar el mismo caso de Eslovenia y Croacia cuando se independizaron del poderío de Milosevic en su tiempo ¿Por qué no lo puede hacer ahora Kosovo? La geopolítica de la región ahora se reconfigura con un Kosovo pro occidental, con la puja política de una Serbia pro-rusa. No es más que la respuesta a la absurda composición fragmentaria de los territorios yugoslavos, y el enardecimiento étnico en busca de un Estado libre, autónomo y pluralista.
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